El premio Nobel de la paz y la planificación de emergencias

El más brillante plan de gestión de seguridad es aquel del que nunca se habla. No entre sus redactores, técnicos y las personas que lo ejecutan, obviamente, pues esa planificación requiere un sinnúmero de horas de trabajo, sino entre el público y los medios de comunicación.

Alfred Nobel, el genial químico e inventor sueco, ganó una inmensa fortuna gracias a su ingenio, su capacidad inventiva y emprendedora. En su testamento, dotados con los intereses de una parte de ese dinero “invertido en valores seguros”, instauró los cinco premios Nobel originales: Física, Química, Medicina, Literatura y de la Paz.

El premio Nobel de la Paz es un poco diferente a los demás. No lo decide cada año la Academia Sueca, sino el Comité Noruego del Nobel, una comisión de cinco personas nombradas exprofeso por el Parlamento Noruego y no se entrega en Estocolmo, sino en una ceremonia separada en el ayuntamiento de Oslo.

El listado de premiados, personas e instituciones, desde 1901 es impresionante. La Cruz Roja, UNICEF, Martin Luther King, Amnistía Internacional, Lech Walesa, Desmond Tutu, premios conjuntos a líderes que, tras ser mortales enemigos, fueron capaces de ponerse de acuerdo para alcanzar la paz como Nelson Madela y Frederik de Klerk, para terminar con el apartheid en Sudáfrica; o Arafat, Rabin y Shimon Peres, por los acuerdos de paz de Oslo de 1993, que parecían una esperanza para la paz en Oriente Próximo.

Ha habido premios polémicos. En 1973, se premió a Henry Kissinger y Le Duc Tho, por los acuerdo que dieron fin a la guerra de Vietnam, a pesar del largo historial de conspiraciones y promoción de regímenes totalitarios que el Secretario de Estado americano acumulaba en su expediente.

En 2009, se premió al recién elegido Barack Obama, que ya había tenido tiempo de triplicar los soldados estadounidenses en Afganistán. En defensa del comité Nobel hay que decir que, el mero hecho de que un país con el historial de racismo estructural y violencia como Estados Unidos eligiera un presidente de raza negra ya merecía una celebración.

Tres años más tarde, en 2012, en plena disputa sobre su inflexibilidad en la gestión de la crisis de deuda griega, el comité premia a la Unión Europea, “por su contribución durante seis décadas al avance de la paz y la reconciliación, la democracia, y los derechos humanos en Europa”.

Pocos días más tarde, en un debate en la universidad sobre los acuerdos de comercio y la globalización, en mi turno de palabra dije, quizás con demasiada vehemencia: “Cuanta más gente piense que la Unión Europea no se merece el premio Nobel de la Paz, más lo merecerá”, provocando un escandalizado murmullo en la sala.

Mi argumento creo que es incontestable: desde la creación de los estados-nación en Europa, allá por el siglo XV, los europeos nos hemos estado matando mutuamente cada 30 años, con la precisión de un reloj suizo, hasta la segunda guerra mundial, que provocó sesenta millones de muertos y la completa ruina moral y económica del continente europeo. La creación de la Unión Europea, partiendo de lo estrictamente económico con la creación de la Comunidad Económica Europea en 1957, ha conseguido que, en la actualidad, una guerra entre Francia y Alemania, entre España y Gran Bretaña o entre Italia y Austria nos parezca algo tan inconcebible, que ni siquiera le damos mérito.

De lo que nunca se habla

Sucede algo parecido en la planificación de emergencias. El más brillante plan de gestión de seguridad es aquel del que nunca se habla. No entre sus redactores, técnicos y las personas que lo ejecutan, obviamente, pues esa planificación requiere un sinnúmero de horas de trabajo, sino entre el público y los medios de comunicación.

Las empresas que participan en la iniciativa Seguridad KIMIKA dedican incontables recursos y esfuerzos a preparar, implantar y revisar constantemente su planificación de seguridad. Lo técnicos de planificación de la Dirección de Atención de Emergencias del Gobierno Vasco, trabajan con especial celo y dedicación en el diseño y despliegue de los Planes de Emergencia Exterior y, todo ese trabajo, solamente se ha puesto en práctica una vez desde que comenzó en el proyecto 2015.

Una sola vez en la que el Plan de Emergencia Exterior de una de las empresas se puso en marcha y en la que funcionó con precisión y exactitud, logrando que el incidente se solucionara con rapidez, con consecuencias mínimas.

Fuente: Athletic Club (www.athletic-club.eus)

El pasado 11 de abril, en torno a un millón de personas se asomaron a la ría de Bilbao para una celebración. Un entorno potencialmente peligroso, con tal acumulación de gente en un periodo de tiempo tan corto, con ambiente festivo y las implicaciones de alcohol y otras sustancias que ese ambiente puede conllevar, deben ser objeto de una planificación muy medida y cuidada y que, por supuesto, los mismo técnicos que controlan la seguridad de las empresas de Seguridad KIMIKA tenían preparada mucho antes de la final de copa de este año y de años anteriores.

Hasta donde yo sé, no se informó de un solo incidente. Ni uno solo… y, aunque se ha destacado el comportamiento cívico de la gente, claro, la ausencia de noticias no es noticia.

No sé si seremos los únicos, pero desde AVEQ-KIMIKA, y en nombre de todo el equipo de profesionales que se dedican a planificar y ejecutar planes de seguridad en nuestra industria, vamos a poner especial énfasis en felicitar públicamente al Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco por una gestión impecable:

Enhorabuena, aunque, al contrario de lo que esperamos del resto de vuestros planes y tácticas de gestión, deseamos que, este operativo en concreto se ponga en marcha en muchas más ocasiones, con los mismos resultados.

Zorionak!
Scroll al inicio