Yo tuve un amigo imputado

Luis Blanco Urgoiti -Secretario General. – 08/09/2020 Es este un caso, completamente verídico, que ya conté en el blog, hace muchos años. El panorama que se cuenta en esta historia ha mejorado mucho porque la inspección, la fiscalía y la judicatura han aprendido mucho de prevención desde entonces, pero, si me lo permiten, al calor de […]

Luis Blanco Urgoiti -Secretario General. – 08/09/2020

Es este un caso, completamente verídico, que ya conté en el blog, hace muchos años. El panorama que se cuenta en esta historia ha mejorado mucho porque la inspección, la fiscalía y la judicatura han aprendido mucho de prevención desde entonces, pero, si me lo permiten, al calor de la convocatoria de un curso que tenemos en marcha, me ha parecido conveniente recordarlo e insistir que, aunque el riesgo de que esto suceda a uno de nuestros técnicos es, hoy por hoy, remoto, ustedes ya saben que el riesgo nunca es cero:

Si algún día tienen que ir al Hospital de Basurto, en Bilbao, y les atiende un ATS llamado Julen, así, como quien no quiere la cosa, en lugar de hablar del tiempo, háganle una pregunta sobre prevención de riesgos. Si los mira con cara de póker, pero les da una respuesta documentada y convincente, salúdenle de mi parte. Es un gran amigo y les aseguro que estarán en las mejores manos.

Cuando se aprobó la Ley de Prevención de Riesgos Laborales en el 95, Julen llevaba ya tiempo trabajando en prevención. ATS en excedencia de Osakidetza, había encontrado su vocación en la prevención de riesgos y en su empresa había ya implantado un sistema de gestión eficiente, robusto…impecable, que, con mínimas adaptaciones, superó con creces los requisitos de la Ley.

La dirección de la empresa de Julen creyó en él. Le dio confianza y autoridad para trabajar y no sólo mejoró la seguridad de la fábrica, mejoró el clima laboral, se redujo el absentismo y aumentó la eficacia y eficiencia del proceso.

Julen colaboró durante muchos años, activa y desinteresadamente, en el Grupo de Trabajo de Seguridad de AVEQ-KIMIKA, en aquel legendario “Dream Team” de pioneros que desarrollaron el «Método de Management de Seguridad, Salud y Medio Ambiente«, allá por 1997, la primera Biblia de AVEQ-KIMIKA, piedra angular del desarrollo de Responsible Care en España, y base de toda la gestión de la Asociación en los últimos 20 años.

La empresa de Julen batía marca tras marca de días sin accidentes. Cada día que pasaba era un nuevo hito, un nuevo record. Los records, esos que figuran en paneles en las puertas de casi todas nuestras fábricas, no suponen gran cosa en realidad. Una empresa no es más o menos segura si han pasado 2 días desde el último accidente con baja o si han pasado 3 años, pero tiene un gran efecto motivador sobre las personas que trabajan en la instalación y suele ser motivo de orgullo entre la gente, por lo que las empresas tratan de cuidarlo al máximo.

Un viernes por la noche, allá por el 2005, a eso de las diez, ese record se agotó. Cuando terminaba el último turno y todos se disponían a acabar la faena para el cierre del fin de semana, Rober, uno de los trabajadores más comprometidos y diligentes de la fábrica, cometió una grave imprudencia.

Con la intención de dejar su puesto en perfecto estado para el cierre, se subió “un momento” a las uñas de una carretilla y cuando estaba a unos 2 metros y medio de alto, resbaló y calló sobre un contenedor aplastándose una vértebra lumbar.

Al día siguiente, Julen fue a visitarle a la clínica de la mutua. Todavía un poco atontado por los calmantes, Rober solamente acertaba a decir: “Lo siento mucho, Julen, he jodido el record, por idiota. Lo siento mucho, Julen… he jodido el record” – “No te preocupes por tonterías ahora, hombre. Tú ponte bien y déjate de records.” Le contestó Julen.

Unos días más tarde, a esto de la una del mediodía, un inspector de trabajo se presentó en la fábrica, sin avisar como es preceptivo y es su derecho, con la intención de investigar el accidente. Preguntó por el gerente y el responsable de seguridad y entre que el gerente salía de una reunión y despedía a una visita dieron la una y cuarto. – “Bueno” dijo el inspector, “vamos rapidito que a la una y media me voy a comer….” y Julen empezó a preocuparse.

El acta que recibieron semanas más tarde, con la apertura de expediente, la sanción propuesta y el previsible recargo de prestaciones era una locura… “¿Qué empresa ha visitado este hombre?”- se preguntaba Julen, cuando leía que no contaban con plan de prevención, que la evaluación de riesgos era deficiente y que los trabajadores estaban expuestos a riesgos claramente evitables… y Julen se preocupó un poco más.

Mientras tanto Rober había hablado con el abogado del sindicato. –“Mira, presentamos una denuncia por vía penal y así, para negociar la indemnización, tenemos al gerente cogido por los mismísimos…es más rápido, más sencillo y es una gran ventaja para negociar. Es lo normal en estos casos.”. Rober no lo veía, no quería perjudicar a nadie, pero como el abogado decía que era algo tan habitual…

Los engranajes de la justicia, lentos pero inexorables, se pusieron en marcha. Intervino la fiscalía y con un accidente grave y un informe como el que constaba en autos, tanto el gerente como el propio Julen fueron imputados por lesiones y delito contra la seguridad de los trabajadores.

Julen ya no estaba preocupado, se sentía sencillamente derrotado, abrumado. Le agobiaba su situación personal, pero lo peor de todo, era su sensación de injusticia. “Cuando me ha tocado ir a hablar con el juez, al entrar salía un tipo acusado de tráfico de drogas y al salir me he cruzado con un acusado de tres violaciones… ¿qué pinto yo aquí?” de preguntaba.

El juez de instrucción les impuso una fianza. El abogado de la empresa se equivocó en el trámite y solamente deposito la fianza por el gerente un viernes por la mañana. A Julen le bloquearon todas las cuentas corrientes al momento y el sábado le fue a buscar la Ertzaintza a su domicilio para llevárselo esposado a la comisaría, hasta que se pudo presentar el abogado con la fianza y liberarle.

Casi un año más tarde, la jueza (en el sistema español el juez de instrucción y el que juzga el caso deben ser distintos) absolvía a los imputados y les felicitaba por escrito en la sentencia por el excelente sistema de prevención de riesgos con el que contaba la empresa. La jueza desmontaba el principal argumento de la fiscalía («la tarea que realizaba el trabajador subido a las uñas de la carretilla no estaba evaluada«) con una respuesta tan sencilla como aplastante («la conducta, que no tarea, no tiene por qué estar evaluada porque está expresamente prohibida y hay evidencia de que así se ha comunicado, en todas las formar posibles, a los trabajadores«). Pero a Julen no le animó en absoluto.

Al día siguiente, una vez absuelto, Julen pidió la baja de la empresa, pidió regresar a su puesto en Basurto y vino a despedirse al Grupo de Trabajo de AVEQ-KIMIKA. No quería volver a saber nada de la prevención de riesgos y no fuimos capaces de reprocharle nada.

¿En qué mejoró la prevención de riesgos con las distintas actuaciones de los personajes que forman esta historia?… a nosotros, a nuestros técnicos y a nuestras empresas, se nos exige una diligencia, a veces sobrehumana, se nos pide que preveamos todos los fallos, hasta las negligencias e imprudencias de un trabajador formado y preparado. Se nos pide prever lo imprevisto.

Sin embargo, el resto de actuantes en materia de prevención no parecen tener el mismo nivel de exigencia y actuaciones como las descritas, oportunistas, negligentes y chapuceras, prácticamente idénticas a las que sucedieron en la realidad, nos llevaron a perder uno de los mejores técnicos en seguridad con los que contábamos en AVEQ-KIMIKA (y como suelo yo decir, eso es tanto como ser uno de los mejores de toda la industria vasca).

Uno de los más antiguos lemas de la prevención dice “La seguridad es cosa de todos”, y en ese «todos» deberíamos estar «todos»…. creo que ya me entienden…. 

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